martes, 8 de marzo de 2011

Ángel Rojo: Semillas


Con el cielo gris de una prolongada tarde, en la que las palomas manchadas juegan con sus picos y los niños son recogidos por sus madres, caen unas suaves gotas sobre la frente y los largos cabellos sin brillo de una chica que mira el escaparate de una tienda con un aroma a velas aromatizadas e inciensos.
Al ver la puerta abierta, entra decidida, y sale a los pocos minutos con una bolsa blanca.

* * *

La cafetería tiene libre unas mesas al lado de una amplia ventana donde se ven pequeñas gotas cayendo en la acera. La más cercana a la puerta comienza a ser ocupada por dos chicas, una de ellas lleva una bolsa blanca con un par de sobres rojos en su interior. Tras soltar sus bolsos y chaquetas en los asientos, se dirigen al mostrador. Piden unos pasteles:

- ¿Cuánto es?
- Cinco treinta.
- ¿Vas a pagar todo tú? -se sorprende al ver el billete de veinte saliendo de su monedero.
- Hombre, ¡claro! -recibe un beso en su mejilla y un pequeño abrazo.
- Ains... ¡Qué buena eres!

La joven invitada se lleva los platos de pasteles a la mesa mientras su compañera va a pedir unos capuccinos con nata. Llega a la mesa con las tazas medio rebosando por el movimiento al transportarlas.

- Pues no sabía yo que aquí preparasen capuccinos.
- Pues ya lo sabemos -se lame un dedo manchado de nata.-¡Ostrás! ¡Cuánta nata!
- ¡Vamos a engordar! -se ríen.
- Ya ves. A hincharnos de nata. Que un día es un día -empiezan a comerse la nata con la cucharilla.

La taza tiene restos de lo que antes fue un capuccino con nata, y en el plato se ven restos de chocolate en uno y de frambuesa en otro.

- Creo que la morena es la que estaba aquella noche... -recordando mientras mira a una de las camareras que servía los cafés.
- Mira, ve ahora que está hablando con un cliente de la barra -le insta.
- Vale, voy a preguntarle -coge la bolsa blanca y se dirige a la chica de la barra de la que hablaba antes.

- Perdona, quería preguntarle una cosa...
- Sí, dígame.
- ¿Usted sabe quiénes trabajaban aquí en el turno del sábado pasado por la mañana?
- No, lo siento, no tengo ni idea... -contesta apenada.
- ¿No? ¿Y no conoce a una mujer rubia y otra morena, que trabajen aquí y que estuvieron el sábado por la mañana... sobre las 7 más o menos?
- Sí, sí, yo sí sé quiénes son -afirma otra de las camareras que escuchaba la conversación y que luego le susurra a su compañera los nombres de las otras dos por las que preguntó la joven.
- Es que quería darles una cosilla de agradecimiento porque fueron mis ángeles de la guardia esa madrugada del sábado.
- ¡Ah! ¿Tú eres la chica a la que dejaron entrar y que le perseguía un chico?
- Sí...
- Sí, sí, ya me contaron a mí lo que pasó. Y ¿cómo era el chico?
- Moreno de piel, ojos oscuros, llevaba como una chaqueta con capucha puesta, no mucho más alto que yo...
- Sí, así era el que vimos pasar después cuando estaba poniendo las mesas afuera -comenta la otra camarera de pelo moreno que se une a la conversación.
- Claro, ese que te dije yo que iba... -hablan entre ellas en susurros. - Pues ese creo que lo mismo vive por aquí cerca ¿Qué era, como rumano?
- Sí, esa es la sensación que me da por la cara que le vi... -contesta la joven impaciente por sacar lo que esconde en la bolsa.- Por cierto, ¿podría darle esto... -saca los dos sobres rojos de la bolsa- A las dos que estuvieron aquí aquella madrugada?
- Sí claro, yo se lo doy. -los coge.
- Muchas gracias. Es un pequeño detalle para agradecerles que me dejaran pasar... Y que intentaran llamar a la policía...
- Nada, tranquila yo se lo daré. Si es que al final tanto inmigrante y tanta gente de afuera, y luego viene lo peor de esos países... -bajando la voz.
- Vaya... Como si no tuviésemos bastante con lo que hay aquí...

Se despiden y la joven se dirige hacia su acompañante que le espera en la mesa.

- Ya se lo he dado a una que dice que las conoce y que se lo dará -contenta con la acción.
- ¡Qué bien! ¿Nos vamos ahora a "los chinos"?
- Sí, venga.

Las dos recogen sus pertenencias, se abrigan con las chaquetas, y salen a la calle que se va oscureciendo con  las nubes oscuras que invocan a los chaparrones típicos de la temporada.

* * *

Las dos mujeres abren el sobre sorprendidas. Envuelta en papel de burbujas, sale una pequeña figurita parecida a esas que suelen aparecer en los cuentos de fantasía que acaban con un final feliz: con alas de mariposa, orejas puntiagudas y vestido de flores y de hojas. Le acompaña un marcapáginas con un calendario por un lado, y por el otro uno de esos seres mágicos apuntando a una cita: Eres la semilla de un nuevo mundo.


2 comentarios:

  1. Siento no haberte escrito ayer, pero es que se me fue la luz y claro, ya me fue totalmente imposible hacerlo.

    La verdad es que me alegra mucho saber que la chica volvió para agradecerle a las de la cafetería su buena acción ;) jeje

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  2. No te preocupes, sé que ayer no era tu día xD

    La verdad que sí, es una bonita acción. También hay recompensas cuando actuamos con solidaridad ^^

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