lunes, 7 de marzo de 2011

Ángel Rojo: El cazador cazado


A la misma hora en la que las sombras ocultan las esquinas, en la que los rostros de algunos trabajadores se ven desformados con la luz anaranjada de las farolas de la calle mientras comienzan a abrir sus locales, en la que personajes de la mala vida vuelven a su piso de alquiler con el deseo aún no cubierto de sus necesidades sexuales a causa del tiempo que afectan drogas tomadas en una discoteca de la zona para evadirse se sus problemas culturales y socioeconómicos que conlleva la inmigración ilegal y descontrolada... En esa misma hora, aparece de lo más oscuro del alma una figura con una sudadera roja, con la capucha sobre la cabeza, dejando ver una pálida barbilla y unos labios rojos intensos como la sangre vertida en una pared de nieve.

Este ser nada corpulento, parece más bien una niña por su estatura. Se encuentra quieta y tranquila en una esquina. Pasa otra figura muy cerca. Esta vez se trata de un chico joven, de piel morena, ojos negros como la noche, y peinado oscuro a juego. Por su vestimenta, parecería encajar bien en la tribu urbana conocida como "canis", pero por sus genética visible en el rostro y en su acento al hablar, encajaría en el grupo de "rumanos".
La joven de la capucha roja le sigue al mismo paso, dejando un corto espacio entre el otro chico, sin hacer  apenas ruido, camuflándose con el quebradizo silencio de la calle aún poco transitada.

Ambos conocían la calle, ambos se habían visto antes, tal vez en una situación contraria, solo que ahora el chico no se imagina ni recuerda nada, puesto que está demasiado excitado como para pensar en eso. La chica de rojo, sin embargo, sí recuerda y no olvida ni perdona.

La sombra de su acompañante secreto se refleja a sus espaldas alargándose por un instante en el que el chico se da cuenta de su presencia. Se gira mientras sigue su camino y ve a la chica de la capucha de rojo que le contesta la mirada con una sonrisa maliciosa sin mostrar los dientes.

El chico asustado por la presencia tan extraña que le sigue, empieza a acelerar su paso. Se mete por una calle perpendicular, tratando de esquivarla. Cuando ya cree que sus pasos no son seguidos, mira hacia atrás. Se tranquiliza al ver que la calle está desierta y sin rastro de su inoportuno acompañante. Cuando decide avanzar mirando hacia delante una figura con la sudadera de rojo le detiene en seco. Con voz asustada y buscando la navaja de su bolsillo dice: 

- ¿Quién eres?

Esperando una respuesta, la chica avanza lentamente hacia él.

- ¿Qué quieres que te raje? -dice nervioso abriendo su navaja.

La joven se detiene respetando el espacio que dejaría el chico si dirigiera su brazo con la navaja hacia ella.

- Quiero venganza. No descansaré hasta saber que sufres cada vez que se te pase por la mente hacer daño a una mujer. No descansaré mientras haya parásitos como tú en esta tierra.

La voz fría de la joven congela el corazón del chico. El siguiente paso de la chica de rojo resulta ser una patada directa a la entrepierna del chico, permitiendo su caída y la de su navaja que acaba en las manos de su atacante. Entre el quejido de dolor del chico se oye una palabrota, pero la joven acaba pronto con su voz al agarrarle con una mano el cuello y alzándolo con el brazo para estamparlo con la pared. El chico rumano intenta deshacerse de la prensa con sus manos mientras procura respirar. La joven de rojo lo mira fríamente, y luego clava sin piedad la entrepierna del chico. 

La sangre derramada, el fuerte dolor y el poco aire que recibía en los pulmones, hace que el joven se desmaye y caiga en la acera. La joven de rojo se agacha a su nivel, y como si aún pudiera oírle el chico, dice:

- Cada vez que se te pase por la mente hacer daño a una mujer, cada vez que quieras mantener relaciones sexuales, cada vez que intentes orinar... Te acordarás de esa desconocida a la que intentaste violar en mitad de la calle.

Se guarda la navaja en el bolsillo de la sudadera y luego esconde sus manos dentro. La joven de rojo desaparece de la calle, desaparece entre las pequeñas sombras que se van restando con la luz del nuevo día.


6 comentarios:

  1. Una vez más queda demostrado que el mundo en el que vivimos se desmorona por momentos. Todo se rige por el maldito "qué dirán" o lo que es lo mismo: "Esto es políticamente incorrecto" ¡Señores ha llegado la hora de recuperar los libros de caballería y obviar los avances que el mundo ha tenido desde entonces!

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  2. Desde luego, a veces no queda más remedio que tomarse la justicia por su mano, o sino que aparezcan unos superheroes que castiguen a los villanos del siglo XXI...

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  3. Yo de pequeño siempre pensaba que debería existir batman pero con la mentalidad de spiderman. jajaja

    Es que vamos a ver TODOS los superheroes son capullos ¿Que es eso de no querer tener pareja porque son super? Eso es de idiotas. Por eso me gusta spiderman, porque rebela su verdadera identidad y al final acaba con la chica. Solo tiene una pega... spiderman no podría existir en el mundo real, así que... Solo nos queda alguien que podría existir pero que tendría que ser casi Bill Gates: Batman. jajaja. Un superheroe que podría existir, pero tan idiota como todos los demás. lol.

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  4. Ya te digo. Si al final nos tenemos que conformar con que haya alguien por la calle que al menos te acompañe por la noche y con la que te sientas seguro, ya sea tu pareja, un amigo o un policía xD

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  5. ...El Cubo de Compañía...

    Doy fe de que la gran idea aquí relatada se hará realidad. Por mis santos cojones!

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  6. El señor SpeptrePork todo poderoso de la Intehné faiter wor :O

    ...La tarta es una mentira...

    Que así sea como dice y se haga realidad ò__ó

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